martes, 28 de septiembre de 2010

CAIRO TIME****


Ganadora del premio a la Mejor Película Canadiense del Toronto International Film Festival en 2009, Cairo Time (en español bajo el titulo Pasión en el Cairo) de la directora Ruba Nadda, logró ir más allá de una simple película romántica, como su cartel amenaza, mostrandonos a través de un perturbador silencio verbal de los actores, el tumultuoso ruido que el Cairo contemporáneo padece en sus calles, desde las cuestiones de racismo y discriminación hasta la belleza de su cultura y su vida cotidiana.

Por fin un director nos muestra sin pretensiones al verdadero Medio Oriente, a través de escenas idílicas y no forzadas, con lo que nos logra involucrar delicadamente en la vida intima de sus dos protagonistas Juliette (Patricia Clarkson) y Tareq (Alexander Siddig), que sufren las barreras culturales y conflictos que evitan su “unión“.

El hombre está infinitamente solo cuando su mundo es cosificado; las esposas de los mandatarios banalizan la cultura y no permanecen en ella; crean su propio sistema cerrado, en el cual la tierra que pisan es solo un símbolo y souvenir que se mira y se olvida -la cena frente a las pirámides, cuando una bailarina danza frente a invitados- sin involucrase con el medio en el que viven. En cambio, la soledad de Juliette, la obliga a adelantar su visita a la Gran Pirámide de Giza con un desconocido llamado Tareq.

Lo exótico ante lo desconocido. Una esposa sola sin un marido que represente a la institución familiar, busca el auxilio - ante un inminente naufragio - en el exótico Tareq, quien vive día a día la cotidianeidad del Cairo y también busca conocer un poco más del occidente mediante Juliette. Además podemos observar una importante secuencia a la mitad del filme (dialogo entre nuestra protagonista y una estudiante en un autobús que pretende atravesar la franja de Gaza), que critica audazmente la situación de los habitantes egipcios y la inactividad de los diplomáticos en el tema, sometiendo a sus moradores a una vida errante y sin un futuro distinto.

Más allá del romanticismo, la trama aborda la cuestión de tiempo y espacio, así como la angustia del hombre por la falta de horas, ya que su vida se forma de momentos seductores - no de forma sexual, sino de interacción con el otro-, que no encuentran la trascendencia más que en la memoria, mediante recuerdos, albergados en los sabores, olores y colores que regresan, para volver a vivir.

Aunque el guión peca de lento, es compensado con imágenes hermosas y armónicas que mezclan a sus protagonistas con la ajetreada y ancestral ciudad, convirtiéndose en un filme, donde el director evidencia la pequeñez del hombre frente a las monumentales mezquitas y pirámides; su volatilidad al descubierto, ya que el ser humano es construido a partir de las interacciones externas, que le otorgan nombre y forma.

Otros elementos dignos de mención son la cadente musicalización de Niall Byrne y el acertadísimo vestuario de Brenda Boer -a la altura de de Tom Ford ó Jacqueline Durran - que con atuendos ligeros denota la belleza otoñal de Clarkson; y con una elegancia descuidada acompañada de casi inapreciables accesorios (cinturón) que nos hablan de la situación social de Tareq, ayudan a estilizar el diseño de arte alrededor de cuatro colores: verde, tonalidades castañas, blanco y negro.

Cairo Time es una cinta sutil y sensual sin pretender un gran discurso, solo busca adentrarse en las vivencias de una mujer en un mundo -que incluye a Tareq- solo conocido por noticias, que la seduce y siempre la seguirá donde vaya.

Un filme maduro con belleza juvenil, que vale la pena ver más de una vez….

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